VEERSION 1.
En el texto autobiográfico de “La escritura como competencia, yo quisiera ser como Paul Auster” de Leonardo Padura, se muestran dos ideas que serán las qué trataré en el debate “la escritura autobiográfica”. La casualidad o el destino como origen aparentemente inconsciente de las decisiones y la “competencia” o tenacidad y voluntad como expresión del deseo consciente de la consecución de fines. Como el autor del relato, en muchas ocasiones nuestras previsiones se ven truncadas por sucesos totalmente ajenos a nuestra voluntad. Ya pueda ser que un curso que quería hacer se haya anulado, un accidente que nos deje postrados durante una temporada, un conflicto bélico que no preveíamos que fuera tan grave, o la aparición de alguien que nos invita a hacer otra cosa diferente a la que teníamos pensada. El marco casual que se presenta implica generalmente una nueva actitud que suele llevarnos a terrenos insospechados y desembocará en una nueva trayectoria en nuestras vidas. Este fenómeno casual algunos lo llamarán de forma romántica, destino, a fin de cuentas, el resultado final será el mismo, aunque psicológicamente indica personalidades muy diferentes, del objetivismo casual que conduce el azar, a la intervención de fuerzas extraterrenales que nos conjuran hacia un futuro predestinado.
Hay múltiples ejemplos de casualidad o destino, según se prefiera, en la vida de artistas y científicos y por extensión en la de todos. De los científicos cabe mencionar numerosos descubrimientos que resultaron de un suceso azaroso, como la penicilina, el microondas o los rayos X por citar algunos y que dieron un giro absoluto a las vidas de sus “descubridores”. En el mundo de los artistas no es muy diferente, como el caso de Julio Iglesias, prometedor jugador de futbol del Real Madrid que ve truncada su carrera deportiva y que una guitarra en un episodio de convalecencia le convertirá en una estrella de la canción, o acompañar a un amigo a un casting y que te catapulte al mundo de la interpretación como fue el caso del actor Aarón Díaz.
Sin embargo, no todos los logros conseguidos son frutos del azar, incluso me atrevería a asegurar que somos nosotros mismos los que labramos nuestro destino y son la voluntad propia y el tesón los motores de nuestra vida. El motivo que empuja a Leonardo Padura a ser un buen escritor es su diferencia con sus compañeros formados en letras y que le sirve de acicate para empeñarse en ser igual o mejor que ellos, siendo el resultado final una brillante carrera como escritor. En otros casos, como los que hemos visto anteriormente en los que los descubrimientos se habían obtenido “de chiripa”, probablemente estos no habrían sido vislumbrados si sus autores no hubieran estado profundamente involucrados en el estudio del tema correspondiente. El esfuerzo que se premia con la consecución de los fines es además una buena herramienta de aceptación social, en contra de una cierta animadversión que suscita el “éxito” por tener “suerte”.
En conclusión, si bien hay múltiples fenómenos imponderables que nos acompañan a lo largo de la existencia y que obligan a tomar posturas no previstas, hay que poner esfuerzo y voluntad para la consecución de los nuevos fines que acaezcan. Somos pues frutos del azar y la voluntad.
VERSIÓN 2
En el texto autobiográfico de “La escritura como competencia, yo quisiera ser como Paul Auster” de Leonardo Padura, se muestran dos ideas que serán las qué trataré en el debate “la escritura autobiográfica”. La casualidad o el destino como origen aparentemente inconsciente de las decisiones y la tenacidad y voluntad como expresión del deseo consciente de la consecución de fines. La literatura autobiográfica se nutre de la propia experiencia del autor enmarcada en los entornos sociopolíticos y culturales que le ha tocado vivir y por lo tanto tiene dos vertientes de interés para el receptor, la narración de la vida del autor y la memoria histórica del marco temporal que le acompaña. Es ineludible el papel de la casualidad o el destino en la conformación de los sucesos vitales. Como el autor del relato, en muchas ocasiones las expectativas se ven truncadas por sucesos totalmente ajenos a la voluntad, un accidente, un conflicto bélico …. Es en este contexto donde la escritura autobiográfica no sólo relata el estado del escritor, sino también la descripción de un “proceso” histórico. Hay múltiples ejemplos de literatura autobiográfica que son auténticos testimonios de los traumas colectivos vividos, además de ser documentos de acreditación histórica, como por ejemplo los escritos de Jorge Semprún y Primo Levy sobre sus experiencias en los campos de prisioneros nazis de Buchemwald y Auschwitz, respectivamente, o los numerosos documentos autobiográficos relacionados con la diáspora republicana de Francisco de Ayala, Rosa Chacel o Rafael Alberti entre otros muchos. El marco casual obliga generalmente a tomar una nueva actitud que suele llevar a terrenos insospechados y desemboca en una nueva trayectoria en la vida de los autores autobiográficos y que desean por tanto dar a conocer su historia, como es el caso de Primo Levy que era químico y no empezó a escribir hasta pasada la II Guerra Mundial.
No todos los acontecimientos en las biografías son frutos del azar, incluso me atrevería a asegurar que somos nosotros mismos los que labramos nuestro destino y son la voluntad propia y el tesón los motores de nuestras vidas. El motivo que empuja a Leonardo Padura a ser un buen escritor es su diferencia con sus compañeros formados en letras y que le sirve de acicate para empeñarse en ser igual o mejor que ellos, siendo el resultado final una brillante carrera como escritor. Otros casos son los de Primo Levy o Semprún o los exiliados políticos en los que el escribir se convierte en una necesidad terapéutica tras las tragedias vividas. Hay cientos de autobiografías que relatan el la tenacidad y la voluntad como impulsores de sus vidas, como por ejemplo “El largo camino a la libertad” de Nelson Mandela, la autobiografía de Benjamín Franklin, o “Recuerdos de mi vida” de Santiago Ramón y Cajal.
En conclusión, en la obra autobiográfica se suelen encontrar dos componentes que ilustran la vida del autor, el primero fruto de la casualidad o destino y que se cifra en los sucesos no escogidos que le ha tocado vivir, y un segundo que supone el esfuerzo, la tenacidad y voluntad en la consecución de un fin como entidad consciente del autor.
Sánchez Zapatero J, 2011, Escritura autobiográfica y traumas colectivos: De la experiencia personal al compromiso universal. En Revista de Literatura. Vol LXXIII, nº 146, pp379-406. ISSN: 0034-849X. https://revistadeliteratura.revistas.csic.es/index.php/revistadeliteratura/article/view/267/282
Hernández FJ. 1997, Escritura autobiográfica y destinatario En Homenaje al Pro. J. Cantera. Serv. Publicaciones Universidad Complutense. Madrid. https://revistas.ucm.es/index.php/THEL/article/view/THEL9797120427A
Weston, A. «Argumentos cortos: algunas reglas generales». En: Las claves de la argumentación. Madrid: Ariel. p. 19-28. ISBN 9788434413689ESP
Van Gogh, V. «Fragmento». En: Cartas a Théo. Sta. Perpètua de Mogoda : Edicomunicación, cop. 2005. p.126-127. ISBN: 8484612988ESP
Padura, L 2015. «Escritura como competencia». En: Yo quisiera ser Paul Auster. p. 226-269. Madrid : Verbum, cop.. ISBN 9788490741610
RESPUESTA AL ARGUMENTO DE CARTAS DE VANGOGH A SU HERMANO
Creo que en este debate hay que diferenciar entre artista profesional y amateur. Hay mucho talento en la «calle» y se puede comprobar, como bien dices, en los foros y redes sociales. Puede ser que esté de moda «ser artista», pero creo que abunda más el artista que quiere disfrutar del arte que vivir de él. Por ejemplo, se pueden escuchar estupendas audiciones musicales en las «jam sessions» de cualquier «pub musical». ¡Sorprendente!, ¡qué nivel!, y no lo digo con sarcasmo, sino con auténtica admiración. Me sorprendo cuando veo obras pictóricas, escultóricas o instalaciones de autores prácticamente desconocidos que incluso ponen dinero de sus bolsillos para exponer. En la mayoría de los casos se dedican profesionalmente a otras cosas diferentes del arte. Ponerse en la carrera por ser reconocido, tener éxito, ganar dinero para ser artista profesional puede resultar realmente frustrante, y es que no debe olvidarse que el arte y en general la cultura cotizan a la baja como para considerarlas actividades productivas o de primera necesidad. Es la precariedad que envuelve al artista.
Otro punto que me gustaría rebatir es la idea de la «multidisciplina» como elemento oportunista de los autores, en referencia a Murakami. Es posible que Van Gogh en nuestros días también trabajase diferentes técnicas y conceptos artísticos, creo que habría alucinado con el mundo digital y las instalaciones y «performances» y sin embargo habría seguido siendo un paria del arte. No sólo se es por lo que se hace, sino también por lo que se es. El pequeño artista también explora muchas formas diversas de expresión artística y sin embargo no le reporta el beneficio objetivo por ello. Estemos abiertos a poder ser de nuevo hombres/mujeres /etc del Renacimiento.